Sefaraires


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Aires de Sefarad en Buenos Aires
Más allá de la pared (CUENTO)
Por Alberto Benchouam
saludoso@yahoo.com.ar
Me levantaron la casa, y me vendieron todo lo bueno que tenía. Como mi hermana era pobre ani, los engrandecí, venían a cada nada a Buenos Aires y se quedaban en mi departamento, donde hasta sirvienta tenía. Usted no se imagina lo que hice por ellos, al más grande hasta estudios le di y ahora me encayaron en este hueco sin luz, en este cantón, que tiene solo una ventanica que da a la calle, un pizico de azul a la mañana y la rama de un arbolico, y de música el ruido de los colectivos y los gritos de la gente.
Ya estaba acostumbrado a esas letanías, a esas quejas interminables, en parte realidad, quizás retazos de fantasías que surgían entre los recuerdos o anécdotas que yo buscaba para armar historias de vidas, que mezclaban maravillas y dolores pasados, con melopeas que se armaban por los difíciles momentos que atravesaban.
Observé el cuarto: dos camitas de madera, un aparador compartido, una silla de metal y bajo el rectángulo que traía un poco de luz desde la calle Serrano, una mesita de fórmica con un jarrón sin flores, cajas de galletitas, frascos de remedios, tres fotos enmarcadas y dos veladores.
La señora Victoria seguía con sus quejas: las enfermeras no me quieren, me gritan, se enfacian si las llamo seguido, las otras pensionistas me esconden o roban lo poco que me traen, y los hijos de mi hermana no me vienen a ver. Soy de una familia fina, muy nombrada, mi padre fue uno de los fundadores del templo de Camargo, mi marido llegó a tener tres negocios antes de su enfermedad, todo Villa Crespo me trataba como a una dama, joyas, mesas de canasta, no faltaba a ningún te para juntar fondos para la comunidad, salíamos diez mujeres con alcancías del Karen Kayemet y las traíamos llenas, cocinábamos para que los pobres festejen las fiestas, ¿qué no hacíamos? Y ahora estoy sola y seca. No, no tengo ganas de contarle nada, ni de mi familia, ni de mi infancia, ni del barrio, ahora se me taponó el meoyo y quiero descansar, me va a perdonar.
Insistí, pero la anciana se encerró en un mutismo, que de hostil, se fue convirtiendo en neutro, y después en cómplice, porque miraba hacia la luz natural que entraba y la expresión de su cara se fue transformando y adquiriendo un tono pícaro, casi alegre, como si hubiera empezado una tenue tregua. Yo no obtendría el discurso esperado, pero ella no daba por terminada la entrevista, tenía para contar y además sentía la necesidad de hacerlo.
- Digame - dijo de pronto - usted conoce Israel?
- Si, y me gustó mucho.
Se quedó callada y al rato me dijo, por lo bajo.
- Acerquesé, me voy a sentar en la cama y le contaré un secreto, algo que nadie sabe.
- Quédese tranquila - le contesté - no traje grabador y lo que me diga no saldrá de este cuarto.
Sonrió - Usted sabe que no puedo caminar, que se me cae la cuchara de la mano, que no puedo dormir, pero le diré la verdad: eso que ve ahí no es una ventana, es la única ilusión que tengo en la vida.
- Tranquila, me va a contar, porque yo no veo otra cosa.
- Es sencillo, o no para todos, el año pasado ví por televisión a un hombre gordo, sería un gran sabio o científico, hacía visualización creativa, lo anoté bien; explicaba que cerrando los ojos o manteniéndolos abiertos, una persona puede imaginar un cuadro, una pantalla, alguna cosa cuadrada, e ir poniendo dentro lo que le gusta: gente, paisajes, lugares maravillosos donde hubiera estado o deseaba estar, objetos alabados y con eso se iba embelecando.
Ahora estaba tranquila, su cara sonriente y más joven, sus manos olvidaron la artrosis y se movían libremente y en una forma extraña; era como si hubiera cambiado de dimensión.
- Bueno, yo lo hago varias veces al día y por esa ventanica veo a Israel, donde nunca pude ir, por un problema u otro, por dejarlo para más adelante, por dar, por ayudar a la gente y ahora, si alguien me ayuda quizás no sea tarde.
Evidentemente, había que escucharla, y bien.
- Mire, por ese buraquito veo todo, los campos sembrados, los bosques de pinos, el azul o verde del mar, las caravanas de burritos y camellos, las torres con sus banderas blancas con estrellas. Mi sobrina me contó que cubren algunos cultivos con papel de aluminio, para cuidarlos del frío, y que hay edificios inmensos y carreteras con hermosos puentes y ciudades antiguas y tumbas de hombres santos y muchas flores y frutas que aquí no se conocen, no es acaso el país de la leche y de la miel? Y de noche las fogatas, los bailes y cantos de la juventud, y si más pienso, llueve, porque necesitan agua. Nunca vi un atentado gracias al Dió, a veces peleas de mujeres de todos los colores, pero después se convidan de sus platos, porque cada una llega desde un lugar diferente, y se las ve felices.
Empezó a tararear lentamente… -Viva, viva Palestina, muestra tierra querensina, o querenciosa, y estaremos juntos, y a mí se me abren las alas del corazón. Señor…conocerá la palabra hebrea aliáh; ahora se usa para decir ir a vivir a Israel, pero en realidad es subir a nuestra tierra, lo vinieron haciendo muchos viejos durante miles de años, vendían todo, dejaban sus países y familias, sólo para verla y terminar ahí sus días, en ese sitio bendicho, una hermana de mi padre se fue desde el El Cairo, hace muy mucho, y nos mandó una fotografía desde Yerushalaim.
Le tengo que pedir que me ayude, el Dió le va a dar salú a usted, mi única ilusión es viajar y vivir allí hasta que llegue mi hora, no me importan los aviones ni que me pongan en un sitio parecido a éste, sólo quiero ir y besar la tierra, además, dijo con aire doctoral, ya leí que todos los djidiós tenemos derecho al retorno, está en la constitución y lo dijo Ben Gurión. ¿Qué vo a hacer yo, la pobrecita, aquí? Nuestro himno quiere decir esperanza.
Al otro día recorrí algunos organismos. En uno me atendió una empleada que parecía salida de una película norteamericana:
- ¿La señora tiene hijos o parientes en Israel?
- Creo que una sobrina, pero no sé si se hará cargo de ella.
- ¿Qué podría hacer allí?
- Trabajar con las manos, porque por ahora está postrada.
- Tiene propiedades, se trasladaría con los muebles, ¿tiene alguna mascota?
- No lo sé, pero su único deseo es ir, tuvo un abuelo rabino y un sobrino ingeniero.
- Usted también tiene que tener en cuenta las necesidades del país, no es un momento fácil, pero algo haremos - por fin una sonrisa - ah, ¡no me dijo la edad!
- Y… es grande, ya bastante mayor -
- ¿Cree que se adaptaría en una casa comunitaria, tiene problemas de conducta serios?
- Estará bien donde la pongan, y allí dará animo a quien lo necesite, aprenderá hebreo y hasta puede enseñar el judeoespañol, está bien mentalmente.
- Todo está bien, pero no me dijo todavía la edad -
- Y…, es grande, pero parece menos cuando está contenta.
- Exactamente la fecha de nacimiento, por favor.
- Y… es del novecientos diez, tiene…tiene noventa y seis años, pero eso sí, recién cumplidos.
Embelecar: arcaísmo de entretener o jugar / pisico: reducción de pedacito / meoyo: arcaísmo de cerebro / enfaciar: aburrir, cansar / encayar: arcaísmo de encajar, meter generalmente a la fuerza / djidiós: judíos / aní: pobre (pobre aní se juntan para dar más fuerza a la expresión / cantón: rincón





 

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